Metatron's Lounge presenta:
"La Vida Detrás del Mostrador."
Un largo rato. (II)
Hace años que no vas a Amshouse, recorrer las avenidas que te llevan a la casa de la familia L’Chú te recuerdan esas épocas
en la preparatoria, cuando todo era más simple, la rutina, las reglas sociales,
la familia, los amigos, los chistes.
Es relajante añorar la simpleza de otras
épocas. A pesar de ser lejanas, irrepetibles y probablemente, irrelevantes,
éstas se recuerdan con felicidad y muchas veces, aunque intrascendentes,
representan una serie de logros personales, triviales en su gran mayoría, pero
¡hey! Algo se hizo.
Gran diferencia con la nostalgia a secas, ésa
es amarga y culera. Únicamente nos recuerda lo poco que hemos aprendido durante
el (mucho) tiempo que hemos pasado en el planeta.
Entre recuerdo y recuerdo llegas a Amshouse.
Bajas de tu automóvil, tomas una gran bolsa de condones y tocas el timbre. A lo
lejos escuchas una voz familiar saliendo de un sujeto que viste sólo una sudadera
color rosa igualito a John Turturro en “The Big Lebowsky”. Pero sin pantalones.
-¡Mila’!
¡Me matey!
-Fucking
Quintana… ¡Es decir! ¿Qué vergas te pasó?
-¿L’Chú?
-¡Hail!
¿Cómo has estado?
-O
yo me he cuidado más de lo que creía, o tú te has dado mucho a la chingada…
¿Desde hace cuánto que no te rasuras? Y viejo… no sé quién te dijo que las
rastas combinan con tu sudadera rosa, pero es un hijo de su pinche madre que
olvidó decirte que no combina con tus piernas
-No mames, ¿qué te hiciste?
-¿De
qué hablas mon?
-Así,
de primer chingadazo de vista… ¡Qué pinche puto pedo con tu imagen? ¡Estás
entre un rasta estereotipo y “El Jesús” del Big Lebowsky.
Ahora
que si vamos a un nivel un poco más profundo, ¿qué pedo con ese olor? ¿Ahora te
bañas sólo cuando llueve? ¡Cabrón! Nomás de verte hasta olvidé la bolsa de
condones que me pediste.
-¿De verdad te lo tengo que decir? ¿No lo
deduces?
Lo que para algunos es necedad, para otros, es
persistencia y los seres humanos somos persistentes; o necios, eso ya depende
del contexto y de los actores.
Algo en lo que somos especialmente persistentes
es en romper con la rutina. Todos los días. A todas horas. Cada que podemos…
Intentamos salir de nuestra cotidianeidad, que no está mal, siempre y cuando
tengamos cuidado de que nuestros intentos por “romper la rutina”, no se
conviertan en una nueva.
Y es que ese constante intento de salir de
“Monópolis”, es lo que nos lleva a encontrar unas zonas de confort, llenas de
pequeñas excentricidades que, por algún motivo que sólo cada uno de nosotros
entiende, nos hacen felices.
Uno está tan cómodo con esas “pequeñas cosas”
que, poco a poco, comenzamos a olvidar que hay más gente alrededor; gente que
cumple nuestros deseos y por simplemente convivir, te saca de tu patrón cotidiano.
Pero no… Ya estás tan acostumbrado a que la
amistad se lleve en los pantalones que inmediatamente rechazas la oportunidad
de reencontrarte con un amigo sólo porque está en calzones.
Sín embargo, tú no eres el único embarrado,
otro excelente ejemplo de cómo romper con lo establecido se convierte en un “establecimiento
personal” es L’Chú, quien ha olvidado que hay gente a la que le “inquieta” la
falta de pantalones en otros individuos.
-¿Lo
dices por la barba?
-Si
güey… por la barba… pero la de abajo… la que puedo, aunque no debo y no quiero
ver…
-Y por el olor, y por las rastas y por las
faltas de pantalones y por los pelos de tus ‘desos, ¡no mames L’Chú! ¿Qué te
pasó? ¿De-evolucionaste?
-¡Jajaja!
¡Mon! ¡Estoy homely! No sabía que te habías vuelto tan guei…
-Creo
que no fue tan buena idea volver a juntarnos… ¡Míranos! Somos como dos súper
villanos con diferentes modelos de trabajo, yo le aposté al exilio, como el
Doctor Doom, mientras que tú, a la mugre… como el Eco-Loco.
-Por lo menos ponte pantalones ¿quieres?
-¡Hitey-titey!
¡Jajajaja! Está bien, pero sólo por ti pimpollo. Pero ven… pasa a… ¡Amshouse!
-¡Pimpollo!
Por un momento pensé que habrías olvidado cuánto me cagaba; y subrayo, me sigue
cagando, que me llamen así.
-¡Pimpollo! ¿Por qué te acuerdas de eso?
-Porque
estás pensando que soy un mugroso... Jah knows… Pero no importa ¿Jooks en
Amshouse? ¿Pasas?
-¿Cómo
lo hace? ¿Cómo se puede dar cuenta de que pienso que es un mugroso, pero ignorar
que, en efecto, es-un-mugroso? ¡Eso no lo hacía el Eco-Loco!
Supongo
que es mejor que tumbar arbolitos o matar flores y pajaritos.
-Viejo, estás mugroso…
Desde afuera, Amshouse se sigue viendo
exactamente igual que cuando la visitaste por primera vez y, aunque siempre ha
sido administrada por mariguanos, papá y mamá L’Chú eran un abogado-mariguano y
una maestra-mariguana. L’Chú es un mariguano-mariguano.
Por dentro, la sala, los muebles, las vitrinas,
las mesas, todo es igual. La misma sala estilo decó, el mismo comedor gigante
que huele a madera de’sa de la bonita… Lo único diferente es el estudio, que
ahora en vez de una gran mesa de billar tiene un gran centro de entretenimiento
y de sus paredes cuelgan unos cuadros raros.
-¿Qué
te parece mon?
-Creo
que la mejor manera de definir esto es a través de la onomatopeya “¡gasp!”.
¡Viejo! Esto es increíble, ¡No mames pinche pantallonón! Es la casa de tus
padres pero sin tu padres… ¡Ohhh…! Ahora lo entiendo… Tus padres eran las
únicas figuras de autoridad capaces de sumergirte en al agua ¿verdad?
-Aquí están tus condones…
-¡Bad bwai! ¿Me trajiste el ticket?
-¡Chale!
Además de mugroso, cuenta chiles. Otra cosa que no hacía el Eco-Loco.
-Sí aquí está, oye, me pasé como por mil pesos
y compré…
-¡Drag
me to Hell uncut! ¡Ay que verla!
-Primero
me cuentas chiles y ahora quieres ver la película que compré… Ni mi hermano
menor estuvo tan disperso la primera vez que tomó Coca Cola… y tenía 7 años… y
hasta ese día, sólo conocía la dulzura de la fructosa.
-Sí… oye… me pasé como por…
-A
sí… bz-bz-bz… fueron cinco mhel cuatro… ¡Ten seis mhel con todo y flete!
¡Jajajaja!
-Aquí
hay algo raro…
-Gracias, siempre sabes cómo hacerme sentir un
poco sucio.
-¿Qué
tiene Mila’? Te noto tenso mon.
-Nada-nada,
ya sabes, aquí, casual… viendo que el único amigo que según yo, tenía, se
convirtió en la caricatura de un rastafari albino…
-¿Quieres que te sea honesto?
-Ja
man… ¿Sabes otra forma?
-Conste
pendejo…
-¡Cabrón! Puedo saborear tu olor y, neta, sabe a
tocino. ¿Y qué pedo con esas rastas? ¿Sabes cuán pobre es la higiene de tu cabeza
en este momento? ¿Y esa barba de chivo? Neta ¿qué pedo contigo viejo?
-¿I-man?
¡Tú! ¿Qué le hiciste a mi amigo Mila’?
-Crecí
rastamandito, tuve que hacerlo, tuve que tomar responsabilidades, tuve que
estudiar, tuve que aguantar mierda de mis padres, de mis maestros, de mis jefes
y, en general, he tenido que aguantar mierda de absolutamente todo el mundo.
-Nada. Sigo siendo el mismo, sólo más viejo.
-¡Aliviánate
pimpollo! Estás entre brothers.
-Creo
que la tierra en la cabeza de este hipioso de mierda lo hizo olvidar la
facilidad con la que mando a chingar a su madre a la gente y lo mucho que me
caga que me digan “Pimpollo”.
-A ver L’Chú…
-¡A
ver mi hood! Te invito a mi casa, te dejo pasar por mah gates, te sientas en mah homely ¿y te atreves a decirme quashie? ¿En mah homely? No eres más viejo, sólo
más pendejo. You lagga hed…
Los individuos no cambian, cuando mucho, se
adaptan a otros paradigmas y es normal que, al adaptarse a varios, pierda un
pelín de su personalidad en el amplio espectro de influencias que lo rodean.
A fin de cuentas, todo lo que hacemos, es
gracias a la imitación. No importan cuán chingón y original sea una pintura,
ésta se logró porque alguien imitó a otra persona moviendo una brocha.
Cuesta mucho trabajo admitirlo, pero L’Chú,
sigue siendo L’Chú, más barbón, mugroso, apestoso, extrañamente desprendido con
el dinero y con menos pantalones. Pero L’Chú a fin de cuentas.
Su voz, sus expresiones, sus ademanes, éste es
el mismo güey con el que sobreviste la preparatoria. Cuesta admitirlo, pero
aquí, tú eres el diferente…
-Mira
retrocabrón…
-Mira c-c… retro… c…
-¡NAH!
¿Estás tartamudeando?
-Tranquilo
Milan… tranquilo… respira, levántate, acepta derrota y lárgate.
-Cre…
c… Creo q… q… que… … Gracias p-por invit-t-t-t-t… tarme- L’Chú.
-Síentate
mon.
-Siéntate.
-…
Tal vez lo único bueno en una derrota, es la
posibilidad que nos presenta para estudiar a fondo, una serie de variables generadas
por uno mismo en un ejercicio enfocado a no volver a cagarla.
Una vez aceptada la derrota hay que darle la
bienvenida a la humillación porque, si uno deja a la humillación fuera de la
fiesta, todos te la recordarán en cada oportunidad que tengan; en cambio, si
uno la acepta, es muy probable que ésta se pierda en el resto de la parranda.
-¿Qué
te pasa matey?
-Tranquilo…
es tu compa… “Calmasión”…
-No. … Perdón. No puedo ignorar tu aroma.
-¡Jajajaja!
Okee Admito que huelo mal…
-Muy
mal.
-Terrible.
-Pero
todo tiene una explicación…
-¡A
caray! No sabía que ser inmundo era una corriente filosófica… ¿O es una
religión choriza como la cienciología?
-¿Más allá no bañarse?
-Te
gusta el bacón ¿ya?
-Sí,
me gusta el tocino, aunque claramente, no tanto como a ti.
-Sí…
-¡Pues
por eso no traigo pantalones mon!
-Tu
higiene es mala porque a mí me gusta el tocino y por eso no tienes pantalones…
¡Larguémonos de aquí! Esto puede ser contagioso.
-Fue un gusto verte L’Chú...
-No
¡espera! ¡Jajajaja!, estaba preparando bacon para snack, pero se me cayó la sartén.
¡Cayó aceite caliente en la ropa y me la quité! En eso llegas y lo único que
encuentro: una chamarra que dejó mi dawta.
-¡Sabía
que no debía tomar el líquido que estaba en ese frasco que decía “Bébeme”!
¡Puta madre! Comienzo a sentir que me encojo…
-Okey… pero eso no explica esas rastas
piojosas.
-Para
empezar, no son rastas, son “dreadlocks”; y como cualquier parte del cuerpo,
tienen su mantenimiento. Que no lo conozcas no los hacen sucios. Sólo te hacen lagga
head.
-Creo
que tienes razón… algo le pasa a mi cabeza, esta camisa se hace dos tallas más
grandes… igual que mi pantalón, y mis zapatos… ¡no mames! ¡Hasta los
calcetines!
-Okey… No lo sabía.
-¡Claro
que no lo sabías matey! Y por eso te lo digo, porque soy tu amigo y no quiero
que quedes como lagga head frente a un desconocido.
-Y
así, perdimos en nuestro propios juego con la táctica más inesperada. Humildad
y amistad.
-Perdón viejo… Lo admito. La cagué.
La derrota sólo debe llamarse así frente a un
enemigo. Porque cuando es ante a un amigo, es aprendizaje.
-¡Matey! ¡Mon! … ¡No problema!
-Sí, sí hay problema “matey”. Esto pasa
todo el puto tiempo…
-Sí es un problema… uno recurrente. ¿Tienes
algo de tomar?
-¡En
la terraza está todo! Ahorita te alcanzo.
La terraza de Amshouse… Tal vez sea el toque
jamaiquino con el que está diseñado, pero aunque es una terraza pequeña (tan
pequeña como puede ser una terraza con alberca), se siente “exclusiva” como si
fuera parte de una atracción temática de algún hotel.
Tomas asiento frente a la mesa de jardín donde,
en efecto, hay una montaña de tocino, todo tipo de alcoholes, refrescos y en un
plato de talavera poblana muy mono, un cerro de carrujos.
Sólo de oler los carrujos te da risa y hambre,
así que, entre que no has fumado desde hace mucho tiempo y que no sabes su
potencia, te limitas a servirte Jack Daniel y a cometer canibalismo metafórico
comiendo tocino como cerdo.
Organizar tus pensamientos mientras comes
tocino siempre es una buena idea. A menos que tengas el colesterol alto.
Piensas en todo lo que te acaba de decir L’Chú,
en lo prejuicioso que eres, en cómo ha repercutido entre tus amigos, en James,
en Lucía, en Diana… no… esa gárgola esperpentosa no cuenta. Pero los demás sí.
En especial en Lisa…
Algo bueno del tocino y el Jack Daniels es que
son repelentes para el tiempo y cuando el tiempo pasa lejos de ti, no te das
cuenta de su paso.
Una hora y media más tarde, L’Chú llega con una
bandeja gigante llena de tocino, pero más importante, con un conjunto deportivo
color azul marino para cubrir sus miserias. Curioso, esta vez el olor del
tocino, ya no te desagrada, de hecho, ya ni lo notas.
Ruvalcaba
comenta:
Deseo tocino.
Recuerda que el tocino es fuente de sabor y
combina con cualquier alimento.
También recuerda que lo que acabas de leer es
la segunda parte de un gran capítulo de La Vida Detrás del Mostrador del buen Deavid Author.
Si no has leído la primera parte, pícale aquí.
Si quieres leer lo que sigue, dale acá
3 comentarios:
Mmm, también se me antojó el tocino, jajaja.
Va muy bien Autor, que bueno que lo diviste en capitulos.
Esto de ir por entregas esta re bueno, va muy bien la historia.
Genial, genial, genial
Se extrañaba compartiera sus amarguras con los fieles seguidores del congal.
Muy buena entrada :D
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