En un afán de darles algo para entreteneros (vea usté’ nomás qué a toda madre soy), he decidido presentarles OTRO de mis experimentos quesque literarios llamado “Pobres Hombres”.
Algunos encontrarán en este texto nombres y personajes conocidos, así como varios nuevos, la idea es que sea algo más “seriesón”, por definirlo de alguna manera.
Espero les agrade y si no les agrada, pues ya saben, hay un tache arriba de su navegador que cierra esta página.
-El Autor.
PD: Como ando con el sentimiento democrático, por favor dígame ¿qué es lo que quiere leer en este republicano Club de la Paja?
- -La Vida Detrás del Mostrador.
- -Críticas Criticables.
- -Las Infames Balas Perdidas.
- -Derechos de Autor.
- -Pobres hombres.
Metatrons Lounge Presenta:
Aventuras de los Pobres Hombres
#78655357
Aventuras de los Pobres Hombres
#78655357
Resulta de tal suerte que, durante muchos años, he estado en busca de “esa persona especial”, pero por más que lo intento y lo intento, no he podido encontrarla.
Unos dicen que llega cuando menos te lo esperas, otros dicen que no hay que buscarla, que esa persona llega sola. Supongo que es fácil para ellos decirlo; ellos ya la encontraron.
Así comienza esta historia, una de tantas historias de mi vida amorosa.
-Alan Ricardo Mancilla Ángeles.
Estaba yo un día, muy contento caminando por la calle, tú sabes, uno de esos días en los que parece que todo va a salir bien; no sabes porqué, pero sientes que algo está bien dentro de ti y que por algún extraño motivo, afecta al mundo. ¿Ególatra de mi parte?, un poco, pero no me importa.
Caminaba por la calle, decía, cuando algo pasó por mi mente.
Por alguna extraña razón, recordé lo que alguna vez me dijo Milan Vozak, uno de mis amigos más viejos:
“Cuando las cosas parecen ir muy bien, es porque la liga está muy tensa”.
Sé que no tiene mucho sentido, pero por eso he de explicar:
Milan Vozak es una de esas personas difíciles de definir, de esas que parecen dos personas en una... Pero el punto no es describir al joven Vozak, en todo caso es algo muy extenso y esa no es la historia que quiero contarte. Como sea... dentro de su rareza, es un muchacho ciertamente centrado, y me enorgullece decir que tiene un criterio propio.
Es muy cierto que la vida nos castiga de maneras muy diferentes, y a veces, dependiendo de cuan perceptivos, sensibles, o como Obo dice, “pinches putos” seamos, es como tomamos las cosas.
A veces las tomamos más a pecho y otras más a la ligera, por ejemplo: cuando alguien rompe nuestro corazón.
Algunos lloran, mientras que otros simplemente bloquean la situación y olvidan que alguna vez compartieron algo con alguien.
En el caso de Milan... ¿cómo decirlo para que suene suave?
El cabrón está salado.
Podría parecer lo contrario, pues tiene un pegue sorprendente con las mujeres, Dios... es increíble la cantidad de féminas que le he conocido, todas hermosas, sin embargo, de todas, sólo me consta que una no lo ha hecho pedazos.
Ahora sí, lo que me dijo Milan y marcó mi vida. Sé que di una gran introducción, pero no te enojes, la hice con la intención de que tengas un trasfondo en la historia de este extraño sujeto.
Milan me dijo:
“La vida es como una liga frente a tu cara, cada vez que algo bueno te pasa, la liga se estira, y cada vez que te pasa algo malo, la liga se suelta. Por eso que es importante que cuando algo bueno te pase, te paso algo malo inmediatamente, ya que si son muchas las cosas buenas de manera consecutiva, el día que se suelte la liga, ésta podría sacarte un ojo”.
Las palabras de Milan llegaron a mi mente porque el día estaba pasando de una manera por demás suave.
La gente me sonreía, El Sol me calentaba de manera peculiar; cuando llegué a la oficina, me di cuenta de que había llegado temprano, esto me dio tiempo de arreglar unos detalles en la nueva campaña publicitaria de chicles en la que habíamos estado trabajando.
Sé que sonará raro, pero cuando Obo llegó, me dio gusto ver que su cita del fin de semana no había sido el fracaso que todos habían augurado, por lo que gané la quiniela, y a regañadientes Airan, Hugo y Ruvalcaba tuvieron que pagarme.
Al pasar la mañana, el señor Milicua me llamó a su despacho y me felicitó por la campaña, al grado que me dio la tarde libre. Aproveché para ir a caminar un rato.
¿Qué, te estoy aburriendo?, Dios santo... pareciera que no te importa mi vida... eres un mal amigo... Okey, okey, ya, te cuento qué pasó.
Va a sonar medio maricón, pero me gusta mucho caminar por lo parques. Me relaja.
Fue aquí donde la conocí... o me conoció... la verdad no sé, ella estaba ahí, nos miramos, nos sonreímos. Me di mi taco... ya sabes, uno que es un mamón aunque no quiera, pero ella... ella también se dio su taco, como sea, nos hablamos y sentí ese extraño clic, ese no-sé-qué-que-qué-sé-yo que me gustó.
Antes de que me digas cualquier cosa, lo sé; me clavo muy rápido para ser alguien con tantas amiguitas cariñosas, pero ¿qué puedo decirte?, a veces mi meta final no es el sexo y eso es algo que ninguno de ustedes ha comprendido.
El chiste es que comenzamos a hablar -la verdad no recuerdo de qué-; sólo puedo me acuerdo que como toda “gran conversación”, comenzó con un pinchurriento “hola”.
Te lo digo en serio mi hermano, algo tenía la chica que me atrapó, sin embargo, justo cuando estaba pensando que la vida era muy buena conmigo, recordé las palabras de Milan.
Cambiamos números telefónicos, prometimos hablarnos y lo hicimos.
Pasó el tiempo, y la gente se percató de que llegaba de humor a la oficina.
Ruvalcaba fue el primero en notarlo, pero no hizo ningún comentario, sólo acentuaba con su calva mollera. Luego Hugo y Airan llegaron a preguntarme quien era la nueva chica Mancilla, y muy alegre les comenté que su nombre era Inés, les dije cómo la conocí y de las pocas cosas que habíamos hablado; como siempre, Obo fue el último en enterarse, pero el primero en decirme “cuidado, seguro es una perra”.
Nunca le he dado importancias a las palabras de Obo, no porque las considere estúpidas ni nada por el estilo, pero bien sabes que para él todas, pero absolutamente todas las mujeres son unas perras. Me quedó muy claro cuando abiertamente se declaró ser un hijo de perra.
Ese día más tarde, salí con Milan y con su insufrible amigo James.
James se dedicó a hacerme preguntas pendejísimas –algo muy normal en el sujeto-, como si estaba buena, si ya habíamos -cito- “tingui-ri-ringui”, y cuando le contesté que no me importaba cómo se veía y que no habíamos “tingui-ri-ringueado”, se limitó a soltar un carcajada y a burlarse de mí.
Nunca lo demostró abiertamente, pero confía en mí, por dentro, Milan quería matar a James, y yo... yo me pregunto por qué no lo hace.
Al poco rato, James se marchó, y como buenas “Marías” que somos Milan y yo, aprovechando que el querido James ya no estaba para importunarnos, nos pusimos a intercambiar chismes.
Tocamos temas muy mundanos, pero algo que me gustó de la plática fue cuando me contó cómo conoció a Lucía... Sí... Lucía... ¿Recuerdas que te había dicho que sólo le había conocido a una chica que no lo había destruído? Ahhh... pues es Lucía.
Yo no lo sabía, pero Milan conoció a Lucia por culpa de James, como sea, el haber compartido eso conmigo me dio la confianza para platicarle de Inés.
No voy a contarte todo lo que hablamos; entre que algunas cosas son muy personales, y que otras son hasta cierto punto intrascendentes, me limitaré limitar a decirte que Milan sólo hizo un comentario:
“¿Cómo va la liga?”
No me agrada admitirlo, pero por algún motivo, le dije a Milan que eso de su liga es una grandísima pendejada, y al parecer no le dio mucha importancia a mí; en ese entonces; opinión de su filosofía.
Seguimos charlando de diversos temas, pero por alguno ajeno a la plática, su liga seguía ahí, no sé, te juro que hasta podía sentir algo que se estiraba frente a mi nariz, pero yo juré y perjuré que sólo era la tensión creada por el; según yo; comentario innecesario de Milan.
Pasó la velada y cada quien se fue a su casa, para esto, ya había pasado más de un mes de que había conocido a Inés, pero más importante aún, más de un mes en el que no me había pasado nada malo... Pinche Milan...
Decidí hablarle a esta chamaca, y a pesar de que era tarde, me contestó.
Todo bien, pensé.
Su voz, como siempre era alegre, y hasta ese momento, yo tenía la estúpida ilusión de que se debía a mí esa alegría, pero no... Así es su voz por naturaleza.
Le pregunté cómo estaba, tú sabes, uno que es clásico, y como siempre me dijo que bien; nuevamente, yo tenía la estúpida ilusión de que se debía a mí que estuviera bien, pero no... Ella contesta eso por default.
Decidí aventarme a la grande –a huevo-, más de un mes de conocerla me dio el valor de preguntarle si quería empezar algo serio conmigo...
...
...
...
¿Qué?, hice esa pausa dramática para ejemplificar el vació que sentí cuando me enteré que ella ya estaba con alguien, y que era de ese tipo de alguien a quien le decía “alguien, te amo”.
¡Poooota madre! Me cae que se siente vació, de ese como cuando vas a pagar un café y no tienen ni un quinto en la bolsa... tal vez un poco –un chingo- más grande.
El ligazo estuvo perro amigo mío, muy, muy perro, más de lo que te imaginas, pero es extraño. Siempre le fui sincero ¿sabes?, así como siempre fui claro con mis intenciones, todo lo que me preguntaba, se lo respondía y tú me conoces, cuando alguien me pide confianza, confianza es lo que doy.
A veces, sólo a veces, uno no puede, o más bien, no debe esperar de los demás lo que uno ofrece.
Ahora algo gracioso: ella me dijo que tenía miedo, pero no sé miedo a qué, tal vez a perder a uno de sus hombres, tal vez miedo a mi reacción, a lo mejor, en un caso muy “altruista”, miedo a lastimarme, no lo sé canijo, pero lo que sé es que el ligazo estuvo muy fuerte y cabrón, te juro que después del madrazo, lo primero que hice fue a hablarle a Milan.
¿Que qué me dijo?
No lo vas a creer, no sé cómo supo que era yo, pero apenas levantó el auricular; dijo:
“Sóbate”.
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