miércoles, enero 28, 2009

No sea pene.

Hace tiempo, el sabio de mi abuelo (que en paz descanse) me dijo que los peores sentimientos que puede sentir un hombre son aquellos que están en contra de él mismo. Como es estar enojado con uno mismo, decepcionado de sí mismo y apenado de sí mismo.

No me puedo explicar todavía el porqué, pero desde muy pequeño, cuando veía payasos, mimos, magos o cualquier entretenimiento infantil en las fiestas de mis amiguitos, por algún motivo, me situaba en el lugar del animador en cuestión y sentía una gran pena, pero no era pena ajena como la que uno siente al ver el video de Edgar cayendo al canal de agua puerca, sentía pena propia.

Al pasar los años, como cualquier otra persona saludable, dejé de ir a fiestas infantiles y, cuando cumplí 26 años me dije a mí mismo, es hora de darle un descanso a los maguitos y a las camas de aire del Centro de Fiestas Pindoce.


Nota al margen:
Pindoce sí existe... o más bien, existía, era un payasito y ya felpó.
Su nariz y su dedo índice solían remitirnos a sugerentes
y crapulosas tocasiones que, aunque no lo crea,
sirvieron de inspiración para el nombre
de Ocio, Crápula y Compañía.

Fuera de mamada (hágame el favor), al crecer, las fiestas infantiles se convirtieron en salidas a tardeadas y pendejadas -varias-, donde en vez de Lulú roja y sángüiches sudados, había alcohol y Sabritones, sin embargo, algo se mantuvo.

La pena que sentía cuando niño con los payasos, los magos y demás, se la adjudicaron los bohemios y rockeros que, en improvisados y cutres escenario carentes de acústica le hacían a la cantada emulando acordes de Ricardo Arjona, Miguel Mateos y Laureano Brizuela (antes de que se lo putiara Carlos Salinas de Gortari ¡obvio!).


¡Dios mío!
Alguien se acordó de mí.


Hasta la fecha, no-sé-porqué, me da un chingo de cus-cus escuchar música en vivo en restaurantes tipo el Barón Rojo o en cantabares, de hecho, sólo soporto la música en vivo cuando juego Rock Band con la banda (¡duh!) o en conciertos masivos.

Sentir pena es bien culero, y creo que no estoy descubriendo ningún hilo negro, no obstante, hay de penas a penas.

-El Autor.


PD: Pero a veces, la pena ajena, es rete bien divertida, jo-jo-rro-jó.


(funny_bananna_slip.mp3)


Ahora sí, el enunciando que marca el comienzo de la diversión...


Metatron's Lounge presenta:
I wanna be Jackass.


Gracias a Youtube, uno ya no necesita ser descubierto por algún headhunter o productor pedófilo de Televisa para obtener su muy merecida fama, ¡no señor! Youtube es la onda, pero, clavarnos en las cosas serias que hay en el portal, no es lo nuestro.

Nosotros queremos acá, carnita, queremos dolor, queremos divertirnos con la estulticia ajena, queremos crapulencia.


Comenzamos con unos gringos genéricos que desconocen las leyes de la física, pero más importante aún, el significado de seguridad.


Si analizamos el video cuidadosamente (en particular la parte en cámara lenta) podemos ver claramente que el error de cálculo estuvo cuando los muchachos no consideraron la variable chistín que, conjugada por el exponencial pendejismo que se igualaba de manera proporcional a sus risas entre la velocidad darían como resultante una etsplosión de humor involuntario para los testigos posteriores al experimento. ¡Tontos!




Nuestro siguiente espécimen es un modelo de Botero, y es que los obesos suelen ser tan graciosos.

Los gordos no sólo son graciosos por su redondez, ¡no señor! Su esférica forma es sólo una de las tantas cosas que los hacen divertidos para los ojos de nosotros que, hambrientos de cargarle la tirria a alguien, como ellos por cualquier tipo de comida, les observamos.

Es un hecho , científicamente comprobado y religiosamente canonizado (o sea que es muy rete harto bien real) que el sistema nervioso de los gordos tiene problemas de comunicación. Diverti-Ejemplo.



Y es que, los impulsos eléctricos del sistema nervioso central tiene que sobrepasar grandes acumulaciones de cuerpo adiposo también conocido como cebo, gordura, callo de la andadera o con el eufemismo "llantita". ¡GOOORDOS!

Otro claro ejemplo de los gordos saben cantar, pero no pueden coordinar, no obstante, son hilaridosos como sólo ellos, es Scarlet.



Si usted no se rió con este choco-mutante, entonces temo decirle que tiene el ano apretado. Muy.


¿Pero qué es el dolor y la pena ajena sin el sonido que éstos conllevan? Nada, se lo puedo asegurar mi buen hombre ¡NADA LE DIGO!

Este video ejemplifica de manera retepaique, la importancia del sonido en la diversión que provoca el dolor del prójimo.



Ese "God Dammi---" en slow motion me causa graciaaahhh...

Hagamos un chequeo de consciencia rápido. ¿Uno es el malo en esta historia por mofarse de la desgracia de los demás?

Con toda seguridad y mi mano rodeando, así como apretando suavemente mis testículos puedo decir que no.

Ni el Autor, ni el Metatron, ni sus cuatachos son culpables de la idiotez humana, no obstante, si vamos a buscar culpables, la opción es irnos sobre la inercia.


La inercia es una perra despiada.




Pero, no todo es miel sobre ojuelas, a veces, el ridículo de otras personas no causan la esperada gracia.

¿Cómo puede ser eso? ¡Datsimpossibl!

Sólo existe un grupo de subnormales capaces de quitarle la gracia a su ridículo y, en vez de llenarnos de carcajadas, nos dejan con un hueco en el estómago y el culo frío como patas de pingüino, algo muy similar a lo que El Autor describió al inicio de este post.

Pero ¿qué clase de subnormales son capaces de destruir la santidad de la tirria hacia los demás... Por si no lo había deducido... los únicos capaces de meterle la verga al pastel antes de que le sople a la velita el cumpleañero son (léase con eco) los Otakus.



Algo curioso de este subnormal en particular es que es el mismo que tenía el blog de Lolikón y que hace tiempo se la armó de jamón a El Autor por su ya clásica "Guía del Otaku".

Más curioso es el hecho de que mister loser aquí presente exigía respeto pues, contrariamente a lo que se sugirió en El Club de la Paja, él sí tiene una vida.



Menuda vida...

Me cae que el destino es cruel, mira que darle movilidad a este desperdicio de materia y quitárselo a un genio como Stephen Hawkins...


(léase como robotito)
Sí-Pin-che-vi-da.
Se-pa-sa-de-ver-ga.


Pero... siempre, invariablemente siempre hay alguien que le mete la verga a todos (al pastel, al cumpleañero, al invitado y al ya finado Pindoce) y dice:

De mí ya nadie se puede burlar porque yo soy el estándar de la degeneración humana.
¡YO! !YO SOY EL QUE ESTÁ MÁS DE LA CHINGADA!



Brrr... Los noventas ya no significan lo mismo.

Ruvalcaba comenta:

¿Cuál es el pedo del monito ese que aplaude
como si matara moscas a diestra y siniestra?


Chale...
A mí me gustaban las Tortugas Ninjas.


¡Total!
Cumplí la promesa, les dije que haría que este lacra
pusiera algo más divertido antes del fin del día y así fue.

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