Uno suele percatarse del tiempo… pues, todo el
tiempo y aunque el sexo, las drogas y el alcohol, aparentemente distorsionan su
velocidad, éste pasa igual de rápido para alguien que se está tirando
desenfrenadamente a una joven gimnasta, que para un sujeto que, recientemente,
fue empalado del culo por un gorila gigante y abandonado en un árbol a medio
morir.
Yo no conozco a nadie que se lleve bien con el
tiempo. Es más, yo creo que no se lleva ni con la muerte como todos creen; si
nos detenemos a pensarlo, el tiempo representa chamba para la muerte. Y nadie
tiene empatía por alguien que le da trabajo.
El tiempo es culero, en especial cuando se nos
acerca y, de cierto modo; aunque siempre omnipresente, se hace más notorio. Por
eso, cuando nos acordamos de él, cuando se nos acerca de más, suele haber
ciertas connotaciones negativas. ¿A poco no?
- ¿Cuánto tiempo falta?
- ¿Cuánto tiempo tengo?
- ¿Cuánto tiempo he perdido leyendo pendejadas sin reírme ni un poquito?
Ponerse a contar chiles con el tiempo siempre
está de la chingada, y cuestionarlo, pior; y es que independiente de la
respuesta, de una u otra forma, siempre llegas a otra pregunta: ¿Cuánto tiempo
ha pasado?
-¡’Sé’Milan!
¿Cuánto tiempo’ha pasado’güe!
-¿Pero
quién demonios?
-¿…?
Metatron's Lounge presenta:
"La Vida Detrás del Mostrador."
Un largo rato. (I)
-Tú
er's Milan ¿verdá'güe?, ¡Milan Vosak!
-Y tú
eres un desconocido… Pero permíteme corroborar en el archivo: Veamos… familia… Nope.
Amigos… No, nada. Cuates, conocidos y arraigados… Tampoco. Veamos en “Celebridades
locales”… Nothing… ¡Espera! ¡Aquí hay algo! No eres un desconocido, ¡eres un
desconocido molesto!
-Sí… Ése es mi nombre…
Siendo contundentes, es ¡de la chingada! Que
alguien te reconozca y que lo único que sepas de la persona frente a ti es que
sabe hablar algo muy parecido a tu idioma.
-¡No
mam's güe! So'el Rafa.
-¿"So'el"?
¿Pues qué eres Kriptoniano?
Quiero
suponer que el nombre que te dieron los granjeros que te recogieron fue "Rafael".
¡A ver! ¡Introspección! ¿Qué me dice Rafael? ¿Cantante de hueva que escucha mi
madre? No. ¿Tortuga Ninja? No. ¿Pintor renacentista que inspiró el nombre de
una Tortuga Ninja? No…
-Claro… ¿Rafa?
El humano es cínico por naturaleza y su cuerpo
es un ejemplo. Tanto de la frase como del cinismo.
Se supone que el cuerpo está ahí para hacernos
el paro y llevar nuestras conciencias de un lado a otro mientras las expandimos
a través de los placeres y los dolores de la vida.
Pero también es bien bueno para delatarnos sin
palabras y, de manera completamente involuntaria, decir absolutamente todo lo
que no queremos decir. ¡Gracias cuerpo!
-¡So'el
Rafa'güe! No te'cuerdas ¿verdhd?
-Nop.
Ni puta idea.
-Claro… Rafa…
El cuerpo no se queda callado, y si uno no sabe
controlar sus emociones, éstas pueden encargarse de que a través de pequeños
tics, sudor y miradas, des discursos completos en total silencio; terrible, en
especial si tienes a un sujeto sonriente que, insiste en conocerte… Algo es
claro, las nuevas rutinas comienzan a cobrar sus facturas, y no puedes dejar de
pensar que esto no habría pasado si no hubieras venido a tomar tu café aquí.
Porque hoy es un día en el que un sujeto
vestido de pantalón blanco y camisa a cuadros rosa, abierta hasta el tercer
botón, te obliga a contar los catorce pelos que se descubren en su pecho; así
como a deducir que comió carnitas y un consomé de barbacoa; mientras invade tu
espacio personal como si fueran los grandes amigos que, según él, dicen ser.
Para él es camaradería. Para ti. Eternidad.
-No
manches Milan. Ta'boeno que hace com'mil que no nos vem's pero no'gas'lo'so
de'gnorar a tu papirrí.
-¿Dijo
”papirri”?, sí… dijo papirri... Muy bien, este es un excelente momento para
comenzar a preocuparme… ¿Cómo por qué chingados conozco a un pendejo que habla,
viste, y tiene el aliento de este pendejo? ¿De qué agujero olvidado por los cabezones
de La Isla de Pascua salió? No se ve muy asiático que digamos, así que Mongolia
queda descartado… ¡Ah ya! Ya, ya, ya… ¡Lo tengo! Seguro es oriundo de
"Estúpido".
-Rafa… Rafa… Bu… ba-na-fa… De… ¿La…? ¿Es… cue-lafa…?
¿Del Club de…? ¿La escuela?
Un día, mientras cambiabas los canales de la
tele, viste un comercial de comida para perros en el que sale un dálmata.
Recordaste el día que viste los "101
Dálmatas" con tu bisabuela.
Quien, como toda revolucionaria longeva, te
enseñó a disparar un rifle.
Con el que te golpeaste innumerables veces
antes de atinarle a una lata a menos de 100 metros de ti.
Y con el que mataste a ese único conejo que,
hasta la fecha, atormenta tus pesadillas.
Seguro hoy sueñas con ese puto conejo zombi…
Pero no fuera recordar el nombre de un cabrón
que te quieres quitar de encima porque ahí sí se cierra la enciclopedia de tu
vida.
Tú necesitas ayuda y tu mente dice: "¿Qué
crees? La bibliotecaria que administra el archivo de tu cerebro resultó ser una
actriz porno y ¡en este momento se la están gangbangueando en tu
hipotálamo!".
Puta mente. Puta.
-No
manches Milan… ¡So’El Pulques!
-¡VergasnomamesqueeresElPulques!
El Pulques era un jabonoso adicto a los pulques y al rechazo femenino… por su
cabezota. Y su panzota. Y su cabezota. ¡NomamessíciertoeresElPulque! ¿Qué te
pasó? O más bien, ¿qué te hiciste? Porque, o le entraste duro al chocho, o las
grapas en la panza o al ejer… jé… ¡Jé! ¿Al chocho o a las grapas?
-¡Claro! … ¡Rafa!
Y una vez que tu mente se relaja y se limpia la
cara de los mecos de un montón de pornógrafos, te das cuenta de la injusticia
del asunto. ¿Por qué la gente se siente con el derecho de hablarte sólo porque
te conoce? Tú conoces a Edward Norton y no por eso lo saludas cada que lo ves
en la calle. Que no se ha dado el caso. Pero podría.
-¡A’oebo
te’bas'acordar con'so! ¿Cómo has'tado'sé Milan?
-¿Si
te digo que desde que llegaste (de nuevo) a mi vida estoy un poco peor sonaría
igual de cliché que tú? Aunque, más importante aún, ¿lo entenderías? Porque yo
sí procuro usar todas las vocales y consonantes que Dios tuvo la merced regalarle
a su creación.
-Bien… ¡bien!, bien.
-¿Sab's
qué güe? Siempre m’preg’nté por qué nai’te decía "Milanesa".
-Porque
no todos crecimos expuestos al tinner. Por eso.
-Sí…
-¡P’che
Mílan! Igual’e cayado que’n la prepa’caún.
-¿De
qué hablas? ¡Me encanta conversar! Mi problema es que sólo puedo hacerlo con
humanos…
-¡Já! Sí… ya me lo habían dicho.
Lo peor de dos personas que sólo tienen en
común que "se tienen en común",
es que el tema de conversación se termina pronto.
Una vez establecido que se conocen, ¡se acabó!
Ya no queda ni madres de qué hablar. Uno podría ahondar en los detalles de la
vida de la otra persona y conocerla, sin embargo, no hay que ignorar que, por
algo, lo único que saben el uno del otro, es que existen. Y en tu caso, a
medias.
Y comienza el incómodo silencio. Y comienzas a
preguntarte dónde quedó todo ese puto discurso corporal; mira que en este
momento te ayudaría uno energético… en forma de epilepsia.
-¿Sab’s
a quién me'nconté güe?
-¿Por
qué preguntas eso? Obviamente no tengo ni la más rechingadísima idea de a quién
te encontraste. Y neta… ¡no mames! Aunque no es técnicamente imposible, sí está
muy pinche y/o puto improbable adivinar a quién te encontraste.
¡Más!
Si consideramos que saludas a cuanto pendejo te encuentras en la calle. Y ya si
queremos meterle veneno a este licuado de alacrán, seguro eres de los que creen
que todo tu círculo social se conoce…
¡Hueva
por adelantado! Ya veo venir la conversación en la que me hables de algún
"Roger", o "Diego" o "Titi" como si yo fuera el
doctor que asistió en el nacimiento de todos los habitantes de “Estúpido”.
-¡Ay güey!, no sé… ¿A L'Chú?
-¡Al
L'Chú! ¿Cóm’supiste? ¿Te’ijo que se’ncontró con tu papirri?
-¿Por
qué no puedo hacer lo mismo con los números de la lotería?
¿Será
porque mis banales aspiraciones carecen de nobleza? Soy honesto al decir que,
de ganarme la lotería, usaría el dinero en aras del bienestar público. Como en una
escolta de mercenarios beduinos que borren todo rasgo de simetría de las caras
de idiotas con pantalones blancos y camisas rosas…
¿Será
que extraño tanto una charla con alguien pensante que por eso pensé en L’Chú?
-¡Órale! ¡Qué padre!
Sientes que el silencio incómodo terminará con
una conversación, llena de las anécdotas, virtudes y cualidades de un conocido
en común infinitamente más carismático que el individuo que tienes de frente. Pero
no.
Si algo nos ha enseñado miarnos en los
pantalones, es que la incomodidad siempre se las ingenia para expandirse. No
importa cuán molesto sea aguantarse las ganas de la chis, rendirse ante el
esfínter sólo nos dará unos pantalones miados; y esta conversación es justo eso.
Unos pantalones blancos y miados.
-Me'cae
com’medio mal. Com’que's muy…
-
¿Diferente a ti? ¿Como el blanco "Ying" y el negro "Yang",
donde tú serías "Tinghi", el apéndice grisáceo y pendejo?
-¿Buena persona?
-Como
que's muy buen’onda. ¿no?
-Supongo
que para ti "buena onda" es invitar los pomos, embriagarte hasta
elevar a la novena potencia todo lo que, literal y figuradamente, apesta de ti
hasta que:
a)
Caigas dormido.
b)
Caigas noqueado.
c)
Qué hueva
¡Noticia
de última hora!
Me
informan que un hombre de nombre "Rafael" se encuentra merodeando en
las cafeterías de la Ciudad de México. Extreme precauciones, este sujeto que aborda
a gente inocente fingiendo amistad. ¡Tenga mucho cuidado! Repito: ¡Tenga mucho
cuidado! Porque este hombre ¡APESTA A VAS Y CHINGAS A LA PANOCHA DE TU PADRE!
¡Sí! ¡A LA PANOCHA DE TU PADRE Y A LA VERGA DE TU MADRE! ¿Cómo es posible que
te conozca tan poco y te odie tanto!
-Sí, L’Chú me caía… Me cae, muy bien.
-Pero
te digo'e… como que's muy, pero muy-buen-pedo.
-¡Definitivo!
No somos de la misma dimensión. No caminamos en el mismo plano de existencia.
Tal vez uno de nosotros vive con un segundo de diferencia dentro de un vórtice
cuántico y nuestras realidades son casi las mismas.
Casi.
Pero nunca las mismas.
Y
esas pequeñas diferencias son las que me hacen desear vivir en una dimensión en
la que sea legal enjuiciar a alguien sólo por ser tú y la pena sea morir en las
manos de un gorila gigante que empala gente por el culo y los deja a medio
morir en las copas de los árboles.
-Rafa… Me dio gusto verte. Me tengo que ir.
Lo dices calmado, con una sonrisa, con el tono
más honesto que tienes; tu entonación es clara y neutral, el volumen, perfecto,
ni tan bajo que no se escuche, ni tan alto que pareciera que gritas.
Pero ¡puto lenguaje corporal! A huevo te tiene
que traicionar tu cuerpo, tu nave, tu palacio, tu perra chismosa que te echa de
cabeza y fornica con mamados en tu biblioteca privada. No necesitaras un ataque
epiléptico porque ahí sí te la pelas..
-Seeehhh…
I'a'sé que nunc’les caí bien… Pero no hay fijón.
-Me
alegra tanto que, a diferencia mía, seas tan maduro como para aceptar que, en
efecto, puedes ser odiado. En abundancia. En exceso. E intensamente. Por mí.
¡Lapa!
-No lo tomes a mal Rafa…
-No…
No… ’tá bien güe… el'L'Chú y tú’ran los broders ¿no…? ¡Oye! Me dijo que si te
veía, te pasara su núm’ro güe, para que le llam’s.
-¡Obvio!
Tenías que esperar a que te mandara a chingar a tu madre para decirme que
tenías un recado ¿Cómo es tu proceso de pensamiento? ¡Por favor!; necesito saber
cómo piensas y cómo crees que pasan las cosas.
¿Sabes?
Creo que es mi obligación a abrir tu cabeza y diseminar tu cerebro. Te prometo
que, aunque no tengo ni puta idea de cómo hacerlo, todo será en el nombre de la
ciencia.
-¡Qué bien! ¡Gracias!… Gracias por el recado.
-Va
güe, ¡y nom’s para que’eas…!
Pa’que’eas
que soy buen’onda… Te lo gua’dar… te gua'dar su número… Pero antes, siéntate y
tómate un café conmigo.
-¡Danger
Doctor Robinson! ¡Danger!
-Pe… ¿perdón?
-‘Nche
Milan… mira… no quiero ‘star solo… Aunque sea un ratito güe... ¡quédate!
-¡Patetic
Doctor Robinson! ¡Patetic!
-Sí, por supuesto… ¡Es más! ¡Mira! Mi taza
sigue llena...
No puedes ignorar que ni te acordabas de este
cabrón… Podría ser un secuestrador… o un replicante. ¡Por favor! Que sea un
replicante… por lo menos tendrías un buen pretexto para eliminarlo.
La realidad es que ya reconociste esos ojos, esa
nariz y esa estúpida sonrisa en esa gran cabezota, donde ves su honestidad.
Puedes sentir cuán solo se siente este cabrón ¿por qué? Ni puta idea, sólo
sabes que no quieres ahondar en los problemas de un posible replicante.
El tiempo comienza a pasar frente a ti y,
mientras más cerca, más consciente estás de su presencia; que es cuando más
lento pasa.
Y todo, absolutamente todo, se ve peor cuando
estás tan cerca del tiempo que puedes sentir sus testículos frotándose en tu
cara.
Tu taza de café se convierte en una caldera de
amargura con Splenda durante quince minutos. Un intercambio de números y un
forzado apretón de manos que deseas jamás repetir sellan el momento.
-Sal'güe…
S'ahí que ve’s a L'Chú me lo saludas güe… ¡Ah! Y dile que m'marque para'cer
bisnes.
-So’el
Rafa, hijo de Tu’Jefe, nieto de Tu’a Buelo. Yo te regreso tu título de
desconocido y de ser intrascendente en mi vida. Apenas esté en mi automóvil
borraré tu número de mi teléfono en ofrenda a mi cordura.
-Sale Rafa, cuídate.
Tu café ya se amargó, pero por lo menos, tienes
la posibilidad de recuperar un buen contacto… Héctor L’Chú, qué buen amigo era
L’Chú.
A este cuate lo conociste en la preparatoria,
en aquel entonces era un “raro”, por dos razones.
Hablaba con un acento diferente.
Su apellido es L’Chú.
Obviamente uno se cuestiona de dónde viene un
apellido que suena como un estornudo, la respuesta es Jamaica.
L’Chú y sus padres llegaron a México por ahí de
1985, para ese entonces, L’Chú ya hablaba inglés, francés y español; los tres
idiomas rotos, pero vaya, ya sabía hacer más monadas que los niños de su edad.
Un sujeto con un apellido y acento raro es casi
igual de extraño que uno callado que evita el contacto humano a toda costa. Sólo
era cuestión de tiempo para que algún maestro decidiera juntarlos a realizar
trabajos en equipo.
¿Quién lo diría? Por primera vez, el clasismo y
la segmentación de las escuelas privadas sirvió para unir a dos mentes afines.
L’Chú, hippie, desmadroso, carismático,
responsable, desprendido, con un ácido y gran sentido del humor… todo lo que un
buen amigo debe de tener. Para tu fortuna, todo era opacado por los prejuicios
que pueden despertar por algo intrascendente como un apellido y un acento.
Si L’Chú se hubiera llamado Hector López, jamás
lo hubieras conocido. Ni a él ni a la marihuana, porque obviamente, como
cualquier otro estereotipo jamaiquino, L’Chú sabía de mota. Y vaya que sabía.
Gracias a L’Chú, la prepa no fue el infierno
que pudo ser. Eso estaría reservado para la universidad. Época para la que
L’Chú desapareció.
Lo último que supiste de él es que se fue a dar
la vuelta por el mundo, alguna vez intentaste usar Internet para encontrarlo,
pero no hay rastros de su existencia virtual, no te sorprende, nunca fue muy
sedentario que digamos.
Pero ya tienes su número, checas la hora y
estás a buen tiempo para recuperar ese contacto perdido. Tomas el teléfono y
marcas.
Suena…
Suena…
Otra vez suena…
-¡Hail!
¿Quién es?
-El
amo y King of Fighters 95.
-¡Hail L’Chú! Soy Milan Vosak, de la prepa…
Milan, el que siempre te ponía en tu madre con el Iori Yagami.
-¿Yuri
Yag…? … … ¿Mila’? ¿Mila’ Vusak? ¡Matey! Me mon ¡Mia’!
-El
único e irrepetible, lo sé, lo sé, me he posicionado tanto en tus pensamientos
secos, como en los húmedos. No te sientas mal L’Chú, sé que soy inolvidable.
-Ya deja de pensar en mí, me abrumas Héctor.
-¡Rafa
habló! Deejo que hablareeas.
-Claro…
¿Por qué no arruinar la única sorpresa que legítimamente he querido darle a un
amigo que hace años que no veo? Probablemente es una costumbre en “Estúpido”.
-¡Pinche Rafael! ¡Que no mame! Yo te quería dar
la sorpresa.
-¡Kiss
me neck mon! ¡Raatid! ¡Hay que vernos!
-¡A-güevo
que hay que vernos! Para conseguir tu contacto tuve que fumarme dos horas en
“tiempo-mosquito-de-la-fruta” con El Rafa, ¡fue casi media vida!
-¿Qué pedo? ¿Dónde estás?
-¡En
Amshouse mon!
-Sí…
algo “house”… clarísimo…
-¿Dónde vergas está tu casa?
-En
AMS-HOUSE… ¡MON!
-Puta
madre… cada día hablas más… no, no mames… ¡Nooohhh…!
-¿Amshouse? ¿”Amshouse”?
-Amshouse.
Tus recuerdos de la prepa comienzan a emanar de
uno de los baúles de tu memoria. Recuerdas a dos inadaptados sociales jugando
Super Nintendo y PlayStation. Debatiendo las razones por las que Boba Fett es o
no un personaje clave en Star Wars, perdiendo incontables horas viendo
películas de Godzilla y, por supuesto, fumando mota.
Todo cuesta más trabajo cuando se es pendejo;
incluyendo caer en las drogas. Así estudies en la “afiliación a la Secretaría
de Educación Pública” más sarra de México, si eres pendejo durante tus años de
prepa, es probable que los únicos toques que conozcas hasta que llegues a una
edad adulta, sean los eléctricos.
Inadaptado y pendejo, pero siempre con buena
fortuna y gracias a ella, conociste a L’Chu, pero más importante, a los padres
de L’Chu y a su diferente (por lo menos para 1995) forma de pensar.
Los padre de L’Chu eran una maestra y un
abogado, los dos bastante exitosos y ocupados. Pasaban poco tiempo con L’Chú,
pero siempre fue tiempo de calidad.
Ambos mostraban interés en el amigo de su hijo,
se preocuparon en caerte bien y en integrarte a su pequeña familia y a sus
tradiciones. La favorita de todos consistía en “quemarle las patas a Satanás”.
L’Chu y sus papás vivían en una casa en el
Estado de México. Con un gran patio con jardín, un garaje para varios coches,
una terraza trasera con piscina y una azotea, con un pequeño invernadero donde
cultivaban flores para el jardín y pasto para reír.
La primera vez que participaste en las
tradiciones de los L’Chú, caíste como Jack Nicholson al final de Batman,
riéndote y duro. Estabas tan pacheco que la gravitación cambió, el suelo
adquirió más fuerza por culpa de las alquimias gánjicas y, según tú, sólo
tendido en el suelo, podías mantener el equilibrio de la Tierra. Completamente
racional.
Mientras salvabas al mundo, el padre de L’Chú te
miró y dijo: “This is no Amshouse”.
“Amshouse”… La palabra hizo tanto eco en tu
cabeza que no pudiste dejarla ahí y escapó de tu boca una, y otra, y otra, y
otra vez durante toda esa tarde. La próxima vez que L’Chú te invitó a su casa,
se refirió a ésta como “Amshouse”. En honor a tu primer ataque de incoherencia
marihuana. Cabe mencionar que “Amshouse” quiere decir “Refujio para
vagabundos”.
-¡Yah’
matey! ¡Amshouse! Dada y madda me dieron tha gates. Llevo meses.
-Espera…
¿Estás diciendo que tus padres te dejaron a cargo de un inmueble equipado con
todo lo necesario para replicar cualquier fiesta de cualquier comedia gringa?
¿A ti?
-¿Qué pedo? ¿Operaron a tus papás del cerebro?
-¡Jajaja!
¡No-mon! They’Retire en Jamaica. ¡Anda! ¡Ven a Amshouse!
-No hay
nada mejor qué hacer, es fin de semana, ya arruinaron mi mañana, no veo porqué
dejar que mi tarde se apeste.
-Llego como en veinte minutos. ¿Necesitas que
lleve algo?
-Mmm…
Nah… Darkers… ¡neh!… Déjame ver… Sí ¡Condones!
-Y
así, de vergazo, mi tarde se arruinó…
-No digas mamadas… hablo de chelas, refrescos,
cigarros…
-¡Nah
matey! Aquí hay plenty… necesito condones… y lub…
-Okey
L’Chú, me cae bien, muy pinche bien, de verdad. Y sí, admito que te extraño y,
no sé… ya que andamos de sincerotes, alguna vez a media pacheca sí me plateé la
idea… de ser gay, podríamos… ser… como amigos… ¡El punto es que no soy puto y
no voy a llevar condones para que te ponches mi chiquitín!
-A ver… Al chile güey… ¿Hay algo que me quieras
decir?
-¿De
los condones?
-Sí
pendejo, de los condones que vas a usar para forrarte el embutido y enchorizar
mi torta.
-¿Eres gay?
-¿Guei?
¿Cómo mamma man? ¡No! ¡No! ¡No…! ¿O lo dices por matey? ¡Ahhh ya! ¡Por los
condones! Tú me preguntaste si necesitaba algo, y sí, necesito condones y lub…
Como unos $3,000 en condones y unos $1,000 en lub. Aquí te los pago.
-¿Estás
hablando en serio?
-¿Es en serio?
-¡Que
sí matey! ¡Jajajaja! Te veo en 20… ¡Necesito los tickets!
-Hay
momentos en la vida, cuando cosas que, para muchos son triviales, para uno
resultan especiales, como esa primera vez fui zoológico sin mis padres, o ese
primer cheque a mi nombre a cambio de mi trabajo o éste, cuando uno de mis
mejores amigos me pide los insumos de una producción pornográfica…
¡Ay
en la madre…!
¡Por
las vergas que serán insertadas! Este hijo de la chingada rentó su casa para
una película porno.
-No mames L’Chú, ¿rentaste tu casa para una
porno?
-¡Jajajajaja!
¡No mon! Tú traelos, me harías un gran paro.
-Justo
eso temo.
-Justo eso temo.
-¡Jajajajaja!
Oh-Mila’, ¿me los traes o no?
-¿Prometes
que ninguno entrará por ninguno de mis orificios? Y hablo de todos.
-Okey, pero promete que no seré penetrado.
-Eres un mamma man. ¡Jajajaja!
-¡Prometedlo!
-¡Cabrón!
-Lo
prometo, tha hood in tha hood. Nada entrará por ninguno de tus orificios. Te
veo en 20.
L’Chú siempre ha sido diferente, tal vez por
eso te simpatiza; bien lo dijo Einstein, “hacer siempre lo mismo esperando
resultados diferentes es una locura”, por lo tanto, siguiendo ese tren de
pensamiento, el derivado de comprar miles de pesos en ñongavolturas, no puede
ser locura. ¿Verdad?
Tomas tu automóvil y, de camino a Amshouse,
pasas a un Sam’s Club. Estacionas tu coche, tomas un carrito y te diriges a la
sección de farmacia.
Comprar condones nunca ha sido tan simple como
debería serlo. Ya sea el que te atiende, o los otros clientes, siempre hay
alguien que te mira feo, como si esa persona sólo cogiera para reproducirse y
nunca por diversión.
No es nada irónico decir que comprar condones
para alguien más está de la verga. Las caras juiciosas de la gente se
potencializan cuando es un encargo, aún más, cuando tomas condones y
lubricantes de todas las marcas como si estuvieras realizando algún tipo de
sexy estudio de mercado.
Una vez que te das cuenta de que, en efecto,
llevas un chingo de condones, comienzas a pensar que no es tan buena idea ir a
pagar. Puedes soportar las miradas de los clientes anónimos que te rodean, pero
con, en este caso, LA cajera… con ELLA sí tienes que interactuar.
-¿Todo?
-¡No
cómo cree!, fíjese que tengo una duda. ¿Es verdad que se siente más rico con
los condones texturizados o es sólo un mito publicitario? De ser un mito, con
cuál se siente mejor.
-Sí. Todo.
-¿Efectivo,
tarjeta o vales?
-A
ver, deje ver si traigo en mi bolsa con el “vuelto” para comprar cientos de
condones.
-Tarjeta. También deme dos bolsas…
Es odioso que en Sam’s Club no den bolsas
complementarias gratis, simplemente es una mamada. No sólo cobran por entrar a
comprar, también te cobran por el medio de transporte de la mierda a granel que
venden.
-¿Es
todo?
-A
ver pendeja… ya sé por dónde va esto… quieres restregarme en la cara cuán
incómodo es tu trabajo expandiéndolo a través de conductas pasivo-agresivas.
Pero te la vas a pelar, porque… ¡Uh! ¡”Drag me to Hell Uncut”!
-No, no… También me llevo esta película.
-Son
cinco mil cuatrocientos noventa y cuatro pesos. ¿Me permite su tarjeta y su
membresía?
-Aquí
tienes toda la membresía que necesitas para esos condones nena.
-Sí, aquí tiene.
Pagas, guardas el ticket, te subes a tu coche
y, ahora sí, a Amshouse…
Ruvalcaba comenta:
¡Hey! Cuando toda la historia haya sido
publicada, será muy estúpido resaltar que me emociona imaginar qué sigue, pero
hasta para mi estulticia, soy visionario.
Regrese mañana para ver lo que sigue en La Vida
Detrás del Mostrador. De Deavid Author.
7 comentarios:
MOOOOOAR! Esto se lee excelente,
¡Cómo extrañaba a Milan! No puedo esperar a la segunda parte…
Muy buena Author, esto es lo que hacía falta.
¡No mamar! Deseo el siguiente capitulo.
Lograste intrigarme, ahora el tiempo que pase en el trabajo se distorsionara para ser más lento y empiece a patear gente.
En ocasiones pienso que Milan a de haber ofendido a alguna deidad en su vida pasada. A una deidad particularmente rencorosa...
Saludos Author
"Enchorizar mi torta."
JAJAJAJAJAJA.
Ay, ya, no voy a poder comer nada que tenga chorizo en un buen rato...sin reírme.
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