martes, septiembre 21, 2004

McAna’s

Todos los días una nueva aventura nos espera. ¡Wow!, sólo de imaginar la bola de pendejadas que me van a pasar se me eriza la piel, es tan refrescante imaginar que hay cosas tan inesperadas a la vuelta de la esquina... no sé, un asalto, un pájaro con problemas intestinales, un perro protegiendo un hueso, un policía que no ha cubierto su cuota, un compañero necesitado de cigarros y rebosante de hueva para comprar unos. Me cae que el modo de vida de la ciudad de México es tan excitante que mucha gente de otros países les encantaría tenerlo, pero ¿qué creen pendejos?, sólo aquí pasan esas cosas, y sólo aquí puedes sobrevivir si eres sarcástico y dejas de hacerle caso a los muchísimos pedos que te rodean y las tomas como pinches aventuras, de lo contrario, bienvenido a la casa de los locos ‘cu-cu’.

-El Autor


PD: Mujeres... lo que nos pidan podemos... si no podemos no existe, y si no existe... que se chinguen, ni que fuéramos genios, por cierto, si algún día lees esto. CHINGAS A TU MADRE ARJONA, pinche ‘poeta coyoacanense’ sobrevaluado.


Metatron’s Lounge presenta:


Mucho


Hace tiempo, en algún lugar de Marina Nacional, en el McDonald’s que está frente a la UNITEC, El Autor hacía fila para ser atendido en el tuburio máximo del ya perdido concepto de comida rápida. Tras varios minutos de espera, al fin el chalán numero 00098711-l3, al cual llamaremos Javier, se dignó a atenderlo, y es que entre que los empleado se hacen bien pendejos, según atendiendo otras órdenes y buscando hamburguesas como si ahí se especializaran en hacer totopos jaliscienses, nos hacen perder varios minutos de nuestras vidas.

Al fin estás al tope de la fila, por un momento te sientes como si esa fila fuera El Everest y tu fueras Charlie Carsolio poniendo una bandera mexicana que apenas si va aguantar cinco minutos pa’ la foto antes de ser mandada al carajo por los fuerte vientos de la montaña, aquí, la cosa no es muy diferente, la sensación de victoria es rápidamente cortada por los vientos de la voz-corrupta-por-el-McTraining, de Javier.

- ¿Le puedo tomar su orden? – pregunta Javier.

No pendejo, he hecho fila aquí sólo para disfrutar del aire acondicionado y del olor a productos comestibles 5% naturales. Ese, entre otros cinco mil pensamientos agresivos y sarcásticos pasan por tu mente, pero cuando estás a punto de escupirlos, recuerdas que cada que un “Javier” te pregunta eso, lo mejor es quedarte callado; uno nunca sabe cuando te puedan dar una hamburguesa marcada con saliva u otrora material expedido por el organismo. Para este momento, tu mente, inspirada por el azaroso vaivén de empleados uniformaditos como ‘Playmovils’, estaba tan ocupada pensando en la incapacidad del ser humano para hacer una tarea sencilla que olvidaste ocuparla en pensar en qué vas a pedir, no obstante, encuentras cierto confort al recordar que TODO lo que puedas pedir en un McDonald’s es mierda, lo único que varía es el precio, así que tomas el primer combo que ves.

- ¿Papas y refresco grande por cinco pesos más?

¡Obvio pendejo! Las pinches hamburguesas que sirven en este lugar están más secas que las piernas de la difunta Madre Teresa de Calcuta, y antes de que se te ocurra, no, no quiero papas normales, esas chingaderas saben a madera con sal, dame una McPatatas, esas por lo menos capturan más grasita y sientes que tienes algo en el ocico.

- ¡Un McTrio de Big Mac con McPatatas, gracias!

¿Gracias de qué pinche Javier? No mamen, pinches políticas pendejas, agradecerle a alguien por hacer su trabajo... ¿qué sigue?, “gracias por patearme la entrepierna y evitar que mi apellido se perpetúe,” ¡no mames!, ¡gracias las que hace el simio! y... un momento... ¡ahora todo es tan claro!, por supuesto, pendejo de mí, nunca había comprendido la metáfora Kafkiana detrás de este desmadre, dan las gracias porque así nunca olvidan sus orígenes primitivos y aceptan que son simples simios entrenados destinamos a morir con un trabajo mediocre en sus curriculums... ¡wow!, me cae que los gerentes de McDonald’s están cabrones.

- Le cobro setenta y cinco pesos por favor.

¡A chinga!, ¿setenta y cinco cucas?, ¿pues a quién me cogí?, no mames, ¿la vas a masticar por mí o qué pedo? Es natural, que para este momento, que ya estés hasta el orto de ‘burocracias-ultra-faxion’, pero esto es el colmo, no sé tú, pero yo no voy a pagar setenta-y-tantos varos por una chingadera de hamburguesa, pero tampoco voy a pagar 5 pesos por una taquiza en “Amoebas-carnitas”, por lo menos no, desde que tu amigo “El James” quedó lelo tras un ataque de triquinosis (y no es que cambiara mucho su forma de ser, ahora sólo le cuesta más trabajo mantener objetos en sus manos). Pides que revisen la cuenta, y efectivamente, hay un error, el pendejo te vio tan flaco que pensó que querías papas normales para acompañar tus McPatatas.

- 0098223-Alfa (el gerente), ¿puedes venir a cancelarme unas papas? ¡Gracias!

Hermoso, hasta cuando la cagan admiten su origen animal, pero tu comienzas a recordar que hay gente detrás de ti, gente con hambre, que están en la etapa anterior al odio por el empleado que tú ya pasaste, y ésta es, querer patear al idiota que tienes frente a ti. Para tu suerte, 0098223-Alfa, llega rápido y cancela tus papas extra.

- Le cobro cincuenta y cinco cincuenta por favor.

Extiendes tu mano para dar tu reluciente billete de a cien y el cabrón-hijo-de-su-re-chingadísima-madre sale corriendo al lado contrario, ¿por qué?, ¡no mamen!, siempre hacen la misma mamada, como sea, tu largo calvario parece que está llegando al final, en unos momentos saborearás unos deliciosos bocados del ‘capitalismus et maximum’.

- Le cobro cincuenta y cinco cincuenta por favor.

Sí, ya te había escuchado y te di el pinche billete de cien lucas, pero te largaste.

- Recibo cien pesos.

Al fin, parece ser que ya se va a dignar a cobrarte, ya estás cerca, ya puedes saborear el insaboro e inodoro sazón que sólo puedes adquirir en McDonald’s, chingón, tus largos minutos de espera parece que están rindiendo frutos.

- No traerá los cinco cincuenta de casualidad.

¡No Mames!, pinche Javier, estás de la verga, ¿pues qué me viste cara de CityBank o qué pedo cabrón?, claro que no traigo los cinco cincuenta y ¿sabes qué?, si los trajera igual te mando a chingar a tu madre, ‘fastfud-maias’. De nuevo, 0098223-Alfa viene a hacer el paro con un montoncito de monedas. A veces pienso, si saben que nunca tienen cambio, ¿por qué carajos se lo esconden?, ¿será para alargar el tiempo de vida de la caja registradora?

- ¿Desea Agregar un McFlurry o un pie de mora a su orden?

Lo que deseo es partirte la madre, ¿cómo la ves?, y fíjate que sí se me antoja algo dulce para contrarrestar el mal sabor de boca que me estás dejando, pero ni madres, ¿para que me preguntes si traigo los cinco cincuenta de nuevo?, estás pendejo carnalito, prefiero comer tierra con un sobre de Canderel en la ‘cafeta’ de la escuela.

- En un momento sale su orden, por favor espere en la barra.

¿Esperar más?, no mames, insisto y reitero: ‘fastfud-maias’, voy a hacer un pinche doctorado en paciencia a este paso, no se la jalen, en el Sanborn’s por lo menos te dan tu cafecito para esperar y hay música de fondo. Pero ya, cuenta hasta diez, Javier no tiene la culpa de que los entrenen cuan selección de ‘panbol’ de Trinidad y Tobago. Pasan más minutos, observas en el sujeto que está siendo atendido las mismas frustraciones tu sufriste, eso te da cierto alivio enfermizo, pero no el suficiente como para olvidar que estás viendo decenas de hamburguesas frente a ti y ninguna va hacia tu dirección, sólo ves a un montón de simios en uniforme en una azarosa coreografía. Tras un rato de espera, al fin, ‘¡MAXIMUM-GLORIA-OH-SANA-OH-SANA-ALELUYA!’, tu comida ya está lista.

- ¿Desea catsup para su orden?

No pendejo, sus hamburguesas están tan llenas de sabor que no las necesito... ¡Claro imbecil!, dame Catsups.

- ¿Cuántas catsups desea?
- Muchas

Te dan tres sobres... ¡TRES PUTOS SOBRES!

- No amigo – reiteras, - dame muchas.

Te da dos sobres más. A ver... algo está mal aquí, muy mal, ¿de cuando acá, cinco pinchurrientos sobres son muchos?, ¡QUIERO MUCHOS!.

- Creo que no me entendiste amigo – procuras mantener la calma, - dame, mu-chas.

Te da un sobre más... ¡ME CAGO EN LA MADRE!, están de la chingada, cuando digo muchas, quiero decir, muchas, ¿sabes cuantas quiero?, ¡MUCHAS PENDEJO, MUCHAS!, ¿entiendes?, M-U-C-H-A-S, me cae que están de la verga, mejor agarro mi charola y procuro bloquear mi mente con mis problemas sentimentales para que por lo menos el coraje, impotencia y dolor que sienta dentro de mí sea por algo que vale la pena, no obstante, algo es seguro, para la próxima tendré en mente que ‘a la parrilla sabe mejor’.


PD2: ¿Sabes cuanto me tardé en escribir esto? ¡MUCHO!

2 comentarios:

Plaqueta dijo...

Pues es que qué ocurrencias. Los puestos callejeros son la opción: no sea usté fresa, que de todos modos el 50% de los pobladores de la Ciudad de México tenemos amibiasis (yo tengo, yo tengo). Probablemente tú también tengas ya. Y ps son bien inocuas las amibas: aunque te empiecen a comer el hígado, con un poquito de metronidazol se mueren (el único pedo es que no puedes beber gota de alcohol durante el tratamiento, o haces cortocircuito, explotas y mueres.)
Así, pa' pronto, ahorras un montón de dinero. Y lo mismo puede que te enfrentes con mucha ineptitud (¿¡qué tan difícil puede ser seguir una instrucción tan simple como SIN-MAYONESA!?), pero por lo menos tu insulto no tendrá la vacuidad del que le dirijas al McEmpleado, a quien le entrará por un oído y le saldrá por el otro (total, pinche McDonalds). El tortero o el taquero es una persona, no un número, y cabe la posibilidad de que se cuestione: ¿será buena idea pa' mi negocio que cambie mi actitud, sea atento con mis clientes, les brinde un buen servicio y no me apendeje cuando me den instrucciones maniáticas sobre la preparación de sus alimentos? Y que entonces, quizá, sólo quizá, llegues al día siguiente y te encuentres con un mejor "changarrito" (pinche palabra, Fox la arruinó al utilizarla). Cof, cof, perdón por el optimismo.

Luis Ricardo dijo...

Uy cuanto sufres.

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